Pablo Muñoz

Cada vez que hablamos de creatividad al interior de las organizaciones rara vez se parte por definir y consensuar qué vamos a entender por creatividad, sino más bien la entendemos por un impulso necesario en pro de la innovación, así se puede leer en comunicados internos “señores, a partir del primera de enero del 2009, esta empresa ha entrado a una nueva era: la era de la innovación, por tanto a partir de la fecha mencionada, nuestra empresa se transforma en una compañía altamente creativa y sistemáticamente innovadora”. Me parece una excelente declaración de principios e intencionalidad, pero nadie se toma el tiempo de definir en qué dimensiones esta compañía va a desarrollar la creatividad y cómo lo hará, cuáles serán las áreas afectadas en este proceso de cambio, cuáles serán los espacios que soportan el cambio, y finalmente cuál es el rol de cada componente de la organización en esta nueva empresa creativa.

La creatividad es un sistema en continua interacción, que vincula personas, procesos y entornos, cuyo resultado podría ser un producto creativo, el cual potencialmente podría transformarse en una innovación. (Como dato anexo, nada asegura que una empresa creativa pueda generar innovaciones a partir de esta interacción, pero en definitiva incrementa bastante las posibilidades de que ocurra).

En función de lo anterior, y antes de la declaración de intenciones para el 2009, es importante decidir en qué áreas va a trabajar la empresa para cumplir los anhelos en pro de la innovación, cuando hablo de trabajar me refiero a que todo lo mencionado es susceptible de ser estudiado, medido, sistematizado y entrenado; en definitiva están todos sujetos a cambio en función de lograr una empresa más creativa. Lo ideal, dado su función como sistema, es trabajar en todas las áreas: entrenando personas en habilidades creativas, estableciendo procesos que favorezcan el surgimiento de nuevas alternativas y estableciendo entornos, físicos, psicológicos y emocionales, que fomenten la creatividad en todos los niveles; pero dadas las dinámicas organizacionales, se podría comenzar en una dimensión para avanzar posteriormente con las restantes, pero con la conciencia que sólo un área de intervención no es suficiente para generar los cambios deseados, ciertamente va a ayudar e incrementar probabilísticamente la capacidad de generar nuevas ideas con valor, pero no asegura una empresa más creativa.

Lo interesante de esta definición es que permite aislar las áreas de trabajo en dimensiones concretas, las cuales difícilmente se pueden intervenir de forma conjunta con un sólo set de decisiones. Las personas se pueden entrenar, los procesos se pueden sistematizar y los entornos se pueden diseñar. Nada impide tener una empresa más creativa, dependerá de la actitud y el compromiso con que se asuma el desafío de crecer en esta dirección.